Esta receta, que ha pasado de generación en generación hasta llegar a nosotros, recibe su peculiar nombre gracias a la particular forma que tiene el molde con el que se elaboran, inspirado en el símbolo de la Cruz de Calatrava. De ahí que otro de los nombres con los que se conozca este dulce sea “Flores de Calatrava”.
Se estima que la receta original surgiera en torno al siglo XII, cuando la orden de la Cruz de Calatrava estaba en pleno esplendor. Esta sencilla delicia, cuya elaboración ha resistido al paso de los siglos, tiene un ingrediente estrella: un buen aceite de oliva.
Dada la variedad de D.O. oleícolas de Castilla-La Mancha (por ejemplo, Aceite Campo de la Alcarria, o Montes de Toledo), resulta impensable privarse de una exquisitez como esta, que cuenta con un producto de alta calidad nutricional como es el caso de los aceites castellanomanchegos.
Su elaboración es sencilla: solo necesitarás harina, huevos, leche, azúcar, canela, una pizquita de sal y aceite de oliva virgen extra. Mezcla todos los ingredientes empezando por los secos y, después, añade los húmedos hasta lograr una masa homogénea.
Deja reposar la mezcla en la nevera durante media hora. Pon aceite de oliva virgen extra a calentar en una sartén profunda. Ahora, solo necesitarás introducir el característico molde con forma de flor en la masa y, una vez tenga una capa homogénea, introducirlo en el aceite.
Cuando la flor esté lista, se desprenderá del molde por sí sola. Entonces, retira las flores una vez estén tostadas a tu gusto y escúrrelas en papel de cocina. Finalmente, prepara una mezcla de azúcar y canela para espolvorearla por encima, o bien, rocíalas con un poco de Miel de la Alcarria.
¡Y listo! Emplata y disfruta de un plato lleno de historia y sabor de la mano de productos de calidad diferenciada como los de la marca “Campo y Alma”.