Durante los últimos años, Castilla-La Mancha ha sido una región que ha experimentado un considerable aumento en el número de bodegas dedicadas a la elaboración de vinos espumosos. En la actualidad, se puede encontrar una amplia variedad de estos vinos, con especial énfasis en aquellos adscritos a alguna de las denominaciones de origen de la región como la DO Manchuela, la DO Méntrida o la DO La Mancha, entre otras. Estas referencias compiten en igualdad de condiciones con reconocidos productos como los Champagnes, Cavas y Proseccos.
Si echamos la vista atrás en la historia, más concretamente en la del vino, vemos cómo cada zona productora se ha ido configurando hasta llegar al momento actual y cómo algunas personas han marcado el camino a seguir. En Castilla-La Mancha, gracias a un pequeño grupo de enólogos, se hizo realidad la elaboración de vinos espumosos que se ha ido replicando en todas las zonas de la región, desde Manchuela a Méntrida, todos con una gran calidad y sabor.
Pero, a pesar de ser una opción de bebida excepcional, su consumo suele asociarse a la época estival, ya que los propios elaboradores de cava han fomentado durante muchos años la idea del consumo estacional y para ocasiones puntuales como la navidad u otras celebraciones familiares. Y esto no podría alejarse más de la realidad, ya que el espumoso es uno de los grandes aliados de la mesa por su versatilidad y frescura.
Las posibilidades de acompañamiento son tan diversas como las tipologías de este vino: platos salados, aperitivos desde marisco hasta queso, arroces, platos de cuchara, postres... Además, comer con un buen vino espumoso nos ayuda a hacer mejor la digestión.
Y tú, ¿a qué esperas a probarlo?