Conocemos la importancia de la poda para la vid de la DO La Mancha en meses de otoño e invierno. Un trabajo vitivinícola que puede determinar la calidad de la próxima cosecha.
Poda en La Mancha: fría postal de invierno
La postal es reveladora, gélida pero fiel a los rudos inviernos manchegos. Apenas desciendes del coche, tu calzado se hunde lentamente en una masa viscosa de barro y tierra bajo tus pies. Es el suelo arcilloso, tan común en ciertos parajes, que se intercala con aquellos más calizos y pedregosos según las parcelas.
Mientras una densa niebla apenas permite distinguir la mirada más allá de tres hilos de cepas, el frío vaho de tu respiración te recuerda que el tiempo apremia en las cortas jornadas de enero.
¿Por qué mejor una poda sin follaje?
La poda debe hacerse cuando vid está desnuda de pámpana y follaje, es entonces cuando entra en letargo y los cortes no provocan el daño que sería irreparable cerca de la primavera, si la sabia (llora) y ya circula por los sarmiento.
La poda en La Mancha también se realiza al caer la tarde. Los cortes deben ser concisos y adecuados.
Adaptada según la viña y la planta
La poda no es un trabajo vitivinícola más que se realiza a la ligera. El viticultor conoce casi al detalle el comportamiento de cada una de sus vides. Por ello, sabe que poda se adapta mejor a sus condiciones orgánicas.
En este caso, estamos ante cepas robustas y longevas, variedad airén, que superan el medio siglo de vida. Es importante no ahogar su desarrollo en la primavera, asegurando fundamentalmente una calidad en el fruto. Por ello, es vital determinar el número de pulgares y sus correspondientes yemas, de donde brotarán los sarmientos: “con siete u ocho pulgares y una yema ya estoy pensando en calidad de antemano, en cantidad”.
La disposición de los pulgares también es importante para facilitar la vendimia próxima: “que no se monten los sarmientos uno encima del otro para que luego sus racimos no se enreden”.
Podador curtido, hacha en los riñones
Su silueta se distingue en las postales de invierno manchegas. Se recurre al hacha de mano en labores como la poda.
Junto a unas tijeras manuales de poda, bien engrasadas, no puede faltar una pequeña hacha de mano. Ceñido a la espalda, se recurre a su filo, con golpe certero, para limpiar la madera y evitar así la propagación o infección de la temida yesca, la enfermedad fúngica y parasitaria que provoca el decaimiento de la planta y una merma considerable del fruto en cantidad y calidad.
Poda en vaso, de tempranillo
Y como es el propio podador quien mejor conoce a la planta, cada cual tiene sus métodos. En zonas como La Mancha conquense, viticultores como Iluminado Peña apuntan al aire como factor importante. “Yo visualizo la cepa como una estrella de cinco puntas pero plana, que te puedas sentar en medio. Luego hay que saber si dejar vara o no dependiendo de la fuerza que tenga la propia planta”, explica este agricultor de El Provencio.
Cuando apenas los nuevos vinos acaban de ser embotellados, ya se trabaja en la calidad de la próxima añada.