Su forma característica lo define. El Pan de Cruz está formado por una pieza compacta de trigo candeal, bregado de miga consistente y blanca, en forma de hogaza redondeada, con corteza lista y, en cuya cara anterior, lleva dos cortes profundos que forman la cruz que les da nombre.
Entre sus características particulares, destaca su proceso de elaboración, a partir de una masa dura elaborada con harina candeal, cuyos índices son W entre 140-200 y p/L entre 0,5 y 1,0.
Su miga, con un intenso aroma a cereales, y cuyo sabor en boca es agradable y ligeramente dulce. La corteza es suave y crujiente, identificando un sabor a cereal tostado.
La humedad máxima de la miga será del 30%, y la acidez estará comprendida entre pH 5 y 7.
El Pan de Cruz se mantiene apto para el consumo durante 6 o 7 días, en condiciones de conservación normales.
Su zona de elaboración abarca toda la provincia de Ciudad Real. La mayor parte de la producción la realizan los hornos de panadería familiares, regentados de generación en generación. Muchos de ellos son realmente antiguos, lo que les atribuye un extra de valor por haber compaginado tradición y experiencia con la modernidad.
Lo que le hace el acompañante ideal es su condición de producto elaborado artesanalmente, tanto el formado, manipulando la masa con las manos hasta conseguir una bola de forma cónica, como el cortado. En su cara anterior se realizan dos cortes en forma de cruz, su rasgo de personalidad principal, y en su cara posterior se estampa el logotipo identificativo de la IGP.
Un rasgo a añadir, es la climatología propia de la zona, caracterizada por la baja humedad relativa del aire, que ha ejercido una influencia notable sobre la consistencia de la miga del pan, por ejemplo. Esta es compacta, pero de textura algodonosa y sin alvéolos, dando una suavidad característica a esta miga sobre cualquier otra.