Tradicionalmente, gracias a su sabor y a sus beneficios nutricionales, la cebolla es un alimento indispensable en la cocina, que alcanza la excelencia en el caso de la cebolla producida bajo el sello de calidad de la Indicación Geográfica Protegida Cebolla de La Mancha.
Una cebolla exclusiva que ofrece unas características únicas a los consumidores más exigentes.
Características y cualidades
La IGP Cebolla de La Mancha tiene unas características concretas, que la diferencian de las demás. Tiene un contenido en materia seca entre 5 y un 10%, un peso unitario comprendido entre los 165 y los 1.000 gramos, y un calibre comprendido entre 50 y 120 mm. El contenido en azúcar mínimo de 3,5 ºBrix (±0,5%), según recoge el Pliego de Condiciones de la IGP.
Lo que la distingue de la cebolla tradicional o temprana es el color cobrizo, mucho más intenso en este caso. Su tamaño esférico, es mediano o grande, siendo una cebolla de gran calibre. Así, se distingue visualmente a estas cebollas del tipo “Recas”, destinadas a los consumidores en estado fresco.
Su sabor, gracias a su contenido en azúcar, es suave, con un ligero picante característico que, junto a su textura crujiente, la convierten en un manjar único apreciado en la cocina y demandado en el mercado.
Toda esta calidad se comercializa con un etiquetado que cumple el pliego de condiciones que incluye, junto a la denominación de venta, el logotipo de la denominación con la mención Indicación Geográfica Protegida Cebolla de La Mancha.
Castilla-La Mancha se ha convertido en un referente a nivel nacional y europeo en el cultivo de cebolla. Además, en España representa más de la mitad de la cosecha de cebollas, con 640 millones de toneladas. Dadas las condiciones que ofrece para el cultivo, Castilla-La Mancha es prácticamente la favorita del consumidor, por ello, el 90% de las cebollas españolas que se exportan proceden de allí.